20 de junio de 2008

De Saber Que Vendrías Te Tendría Un Pastel

Mi cumpleaños en la adultez ha sido con toda honestidad pocas veces un feliz cumpleaños. Debe ser mi tendencia vitalicia a la miseria, o la sucesión de una serie de eventos desafortunados año tras año.

Cuando nací, se jugaba el mundial de fútbol y mi papá me llamó "mi tesoro del mundial" haciendo alusión a las monedas conmemorativas que se vendían en México por el evento. Infancia es destino o lo que ustedes quieran, pero cada 4 años mi cumpleaños es desplazado por algún partido importante de octavos de final. Así, tuve mis fiestas de cumpleaños adornadas con "Pique" de México 86 en la piñata (y un retraso de 2 horas para recibir a mis invitados, pues estaba jugando Alemania). A partir de ahí, cada mundial futbolero debo revisar primero el calendario de FIFA para no errar y hacer una fiesta fallida o una en la que de plano me supliquen que ponga el partido.

El clima ha sido otro de los factores que ha influido en el cumpleaños: "sí ibamos a ir, pero, ¿si viste como llovió?

Para mis desgracias en la familia hay muchas personas que cumplen años el mismo mes y un primo que cumple años el mismo día, resultado: la mitad de la familia que simpatiza más conmigo acudía a mi fiesta, la otra mitad a la de él, después la mitad pro-primo llegaba a la mía a hacer acto de prescencia por que ya era tarde.

Cuando me fuí del castillo de la reyna los cumpleaños cambiaron: períodos de examenes, amigos ocupados, trabajo en la oficina, casi siempre soledad.

En una ocasión (por diversas circunstancias ajenas a las personas que me aman y que amo) pasé mi cumpleaños absolutamente sola. Aparentemente es una fecha sin importancia (ajá, echa atrás todos los años en que desde el amanecer a la noche eras la reina por un día solo por esa fecha sin importancia), pero nunca me he sentido tan triste (a pesar de que jugó México y ganó...) como aquel cumpleaños donde el amor y el calor de los que me quieren no llegaba a través de la línea telefónica (por mucho que intentábamos) ni por las tarjetas de internet.

A partir de entonces he intentado siempre de desvalorizar mi cumpleaños. Tampoco he podido. Lo cierto es que a mi alrrededor (a veces el alrrededor mide miles de kilómetros) hay gente que me quiere y que recuerda mi cumpleaños y recibo llamadas desde temprano de casa de la reyna, mañanitas cantadas por dos vocesitas infantiles que me anudan la garganta, mensajitos de texto de quiénes están más lejos (en tiempo y en distancia), invitaciones divertidas de quiénes han estado cerca y desean que tenga un buen día, besos, abrazos y regalos sorprendentes de él, visitas que transforman la ciudad en un sitio mucho más agradable, pastel de cumpleaños; y al final del día realmente pienso que tuve un muy feliz cumpleaños. Gracias!


5 comentarios:

Niño Alex dijo...

Ojalá te la hayas pasado muy bien en este cumpleaños, tienes una manera muy padre de escribir. saludos, soy alejandro el hermano de daniel.

LaPichi dijo...

Que bueno que nos la pasamos tan bien y comimos tanto tanto tanto!! te quiero muucho sis

El poodle que nunca estuvo dijo...

Niño Alex hermano de Daniel: Gracias y bienvenido!

Sis: SIIII! cuánto comimos y cuánto gozamos! te quiero igual!

Humo en tus ojos dijo...

Bueno pues feliz cumpleaños, con o sin partido, con o sin pastel, ya con los años uno va descubriendo que son las cosas que dan más sabor a todo.

El poodle que nunca estuvo dijo...

Humo: gracias por tu visita y por la felicitación... sí hubo pastel y también hubo partido (estúpida eurocopa...) pero el primero fue muy disfrutado y programado estratégicamente para que no fuera interrumpido por el segundo (incluyendo pequeños detalles como tiempos extras, penales, etc). Saludos!