Cuando era muy pequeña mi mamá utilizaba una estrategia bastante eficaz y útil para los bebés de la clase media (más bien tirándole a baja, como en mi caso); la estrategia consistía en esconder por algún período de tiempo algunos de los juguetes míos y después de unos días volvermelos a dar: La sorpresa era clara, el asombro indescriptible. Yo estrenaba juguetes cada semana cuando mucho cada 15 días. Cuando ya mayor mi mamá me contaba sus esstrategias para no ser una niña latosa, frustrada y aburrida (incluyendo el resistol en las manos, pero esa es otra historia) no pude más que sorprenderme del ingenio, que maravilloso és cuando algo retorna, pero retorna de tan lejos, del olvido que es como si nunca hubiera existido y nos sorprende.
Me parece que es el mismo fenómeno que uno experimenta cuando encuentra dinero en el bolsillo de un pantalón, o en el fondo de alguna bolsa, es el dinero que ya fue nuestro, y que regresa a salvarnos en un final de quincena.
Ayer recogí la ropa en la lavandería, una de las encargadas se acercó y me dijo: "Te vas a llevar también la otra?? "
Yo: "Cuál otra?"
Ella: "La que trajo ""tu esposo"" en diciembre....
Y ahí estaba yo saliendo de la lavandería con dos paquetes de ropa en vez de uno, con dos billetes menos en vez de uno y con un pantalón, dos blusas y varios calzones para estrenar.
16 de febrero de 2007
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